Lo más destacable de Bugonia es su capacidad para funcionar como metáfora. Sin exponer de más, la película critica la manipulación, el egoísmo y las jerarquías que surgen en situaciones límite. Es un espejo deformado de la sociedad, uno que refleja inquietudes ambientales y humanas sin caer en panfletos.
Las interpretaciones del elenco refuerzan ese tono ambiguo y tenso. Cada personaje parece cargar con un secreto, una culpa o un temor que lentamente va contaminando el ambiente. Esta acumulación emocional es, de hecho, el verdadero motor de la película.